lunes, 13 de diciembre de 2010

Consonantongo, sin el diptongonante...

Hoy entendi muchas cosas y es extraño porque... a veces cuando uno aprende algo nuevo, se llena de una satifaccion y a la vez de una decepcion acompañada de realidad latente.

La felicidad es un estado del ser, y el amor es un estilo de vida. Todos deseamos estar acompañados, pero realmente ¿lo necesitamos?

Generalmente, se cree que para que una pareja funcione hay que “negociar”. Nos tenemos que amoldar a sus necesidades, y el otro a las nuestras. Pensar al amor en estos términos es estar poniendo en práctica una estrategia de marketing.

Nada menos real que eso. Un sentimiento no tiene porqué negociarse, ya que es una emoción que estamos experimentando, y es solamente nuestra. Cuando sentimos algo, deseamos comunicarlo.

Desear no es lo mismo que necesitar. Nuestros deseos se pueden cumplir o no, pero nuestra vida no depende de ello. Cuando necesitamos algo, no podemos hacer nada sin eso. Podemos vivir en amor aún estando solos.

No necesitamos amor, deseamos que nos amen. No necesitamos una pareja, deseamos compañía. No necesitamos seguridad, deseamos que nos protejan. El amor y la necesidad nunca pueden ir juntos. La necesidad limita el amor incondicional.

El amor es lo que nos hace libres. Es lo que nos permite elegir todos los días lo que deseamos para nosotros. Es un crecimiento individual, que busca ser compartido junto a otro y de esta forma evolucionar, sin necesidad de querer cambiar al otro.

El amor no es más que eso, la unión de dos seres individuales que desean compartir su evolución.

Pero a veces estas lindas parafrases se vuelven turbias e ilogicas por que simplemente nos quedamos en la doxa y no en la epistemia, confundir la necesidad por el deseo.

Eso he aprendido o mas bien me he dado cuenta de una cruda realidad.